Un poco de historia sobre la pediculosis

La infestación del hombre por piojos ha sido documentada a través de los siglos.

Incluso ya en el Paleolítico aparecen fósiles con la presencia de estos bichitos, como explica la guía de la famosa Cueva de las Ventanas de Piñar, en Andalucía.

Las citas históricas no sólo se refieren al carácter epidémico de esta parasitosis o a su repercusión socio cultural, si no también, y curiosamente, a un cierto carácter simbólico que le fuera otorgado por el hombre en el marco de rituales de afectividad, amor y reconocimiento mutuo.

Así es que, combatidos con rigor o recolectados minuciosamente, lo cierto es que los piojos no han sido ajenos a la historia del hombre.

<span style="text-align: center">Liendrera del antiguo Egipto</span>
Liendrera del antiguo Egipto

Los faraones tenían piojos

Como una de las siete plagas de Egipto leemos en el Exodo 8: 16 » Entonces Jehová dijo a Moises: Dí a Aaron: Extiende tu vara y golpea el polvo de la tierra para que se vuelva piojo por todo el país de Egipto. 17: Y ellos lo hicieron así; y Aaron extendió su mano con su vara y golpeó el polvo de la tierra, el cual se volvió piojos, así en los hombres como en las bestias, todo el polvo de la tierra se volvió piojos en todo el país de Egipto. 18:… y los hechiceros hicieron así también para sacar piojos con sus encantamientos; pero no pudieron. Y hubo piojos tanto en los hombres como en las bestias».

En el Antiguo Egipto los sacerdotes rasuraban sus cuerpos cada tres días para mantenerse libres de esta infestación.

A partir de la Edad Media

En la Europa feudal (siglos XIV y XV) Las señoras solicitan a sus doncellas, que las vistan, que las maquillen, que las laven (por lo menos los pies), y el «des-piojamiento mutuo» se halla tan difundido entre las damas y las parejas de Ravena que una reglamentación del siglo XIII tiene que prohibirles que se dediquen a él en público bajo las arcadas. En esta época, en la percepción del cuerpo, el pelo es un elemento importante de la conciencia de sí y de la representación de la persona.

Un texto anglo-normando del siglo XIII, nos proporciona una abundante información: este texto pone su acento más importante sobre la cabellera. Sus consejos combinan el cuidado del color y la higiene: lavado, tinte rojo, negro, castaño; suavidad del cabello, uso del aceite de oliva; y «lucha» en fin contra la caspa y los piojos. Fauna ordinaria que aproxima entre sí a los individuos, ya que «despiojarse» es algo que se hace en familia; lo hacen al sol sobre los tejados, en el umbral, y es quehacer de mujeres, de amas de casa o de amantes.

historia sobre la pediculosis edad media tardía
Gerard ter Bosch Buscando piojos (circa 1653)

El fraile Félix Faber narra su experiencia en este punto: Los parásitos proliferan si no se hace nada para defenderse de ellos. «Cuando tantas gentes viven en una embarcación, como no se provean de ropa de recambio, vivirán entre el sudor y los malos olores y así es como pulula la miseria, lo mismo en la vestimenta que en las barbas y la pelambre.

Por todo ello el peregrino no puede descuidarse, sino al contrario lavarse todos los días: de lo contrario, el mismo que ahora no tiene ni un solo piojo puede llegar a tener un millar dentro de una hora con sólo que tenga el menor contacto con un peregrino o un marinero piojosos. Que cuide por lo tanto todos los días su barba y sus cabellos, porque si a los piojos les da por proliferar, tendrá que raparse la barba, con lo que perderá su dignidad, porque resulta escandaloso no llevar barba en la mar.

En cambio es inútil tratar de cuidar una larga cabellera, como algunos nobles que se niegan a sacrificarla, y a los que he visto tan plagados de piojos que tenían para repartir a todos sus amigos y fastidiar a todos sus vecinos. Un peregrino no debe sentir vergüenza de pedir que le busquen piojos en la barba». Recuerden la escena de la película Titanic dónde al protagonista le revisan el pelo y la barba antes de subir al barco.

Debido a que los piojos representaban un verdadero problema a lo largo de toda Europa, muchos hombres y mujeres de la alta sociedad afeitaban sus cabezas y usaban pelucas. Desafortunadamente esto no ofreció demasiada ayuda ya que piojos y liendres rápidamente invadieron las pelucas y se trasladaban libremente hacia el cuero cabelludo.

¿Qué pasa mientras tanto, en el Nuevo Mundo?

No hay ninguna duda que los piojos estaban presentes en el Nuevo Mundo antes de su descubrimiento, ellos han sido identificados en el cuero cabelludo de momias prehistóricas indias de América del Norte. En 1954 tres buscadores de fortunas guiados por las leyendas del oro en Chile descubren la tumba de un niño Inca de nueve años, príncipe del cerro el Plomo (pico de los Andes al este de Santiago) El joven príncipe aparentemente había sido entregado en sacrificio al Dios Sol. Las nieves eternas preservaron perfectamente su cuerpo durante 500 años. En el examen detallado dela pieza fueron halladas liendres en sus cabellos.

Los Aztecas le «ofrecían» piojos a Moctezuma como demostración de respeto, y aquellos que no tenían otros valores para ofrecer, juntaban sus piojos diariamente, hasta tener la cantidad suficiente como para llenar pequeñas bolsas las que eran depositadas a los pies de su rey. Cortez atestigua la escena horrorizado dado que erróneamente presume que la preciada ofrenda contenía oro.

Podría ser el piojo un «símbolo» de amor?. Sí, y aunque resulte extraño, en el norte de Siberia las mujeres jóvenes les «arrojaban» piojos al hombre elegido en señal de amor, como signo de afecto basado en el pensamiento: «Mi piojo es tu piojo».

Para otros los piojos eran considerados como una delicadeza oral: En Tonga, el sacar y «comer» los piojos de uno de sus parientes era un signo de deber familiar Esta práctica ha sido observada en tribus nómadas que habitaban regiones cercanas al río Volga, costumbre aún hoy practicada por sus descendientes, como así también por algunas tribus indígenas de América Central y Sudamérica, donde la búsqueda diaria de piojos es una práctica rutinaria.