La pasada semana, el diario El País publicaba, en su suplemento BuenaVida, un artículo sobre la pediculosis, sus causas y remedios, titulado: “Los piojos prefieren las cabezas limpias”. A continuación reproducimos fragmentos del mismo, por el interés de ciertas informaciones que contiene. En cualquier caso, en Bye Piojito llevamos años sosteniendo la mayor parte de las afirmaciones vertidas en el mismo, como la que le da título o la que señala que es necesario vigilar también a quien haya tenido contacto con el infectado.
El reportaje de El País comienza aclarando que un “piojoso”, en el lenguaje popular, es ese que descuida su higiene personal: el que no se lava. Pero nada más lejos de la realidad, y conviene recordarlo en fechas como estas, al comienzo del curso escolar, para que no se estigmatice a ningún niño con piojos. Ni a ningún adulto, porque ellos también pueden sufrirlos. «Los piojos no se eliminan mediante el lavado con agua y champú, por lo que la higiene habitual no es suficiente para eliminarlos ni para prevenir la parasitación», explica la pediatra María Rosa Albañil Ballesteros, coordinadora del grupo de Patología Infecciosa de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap).
De hecho, los piojos suelen preferir el pelo limpio al sucio (y el liso al rizado). Cuatro de cada diez hogares con niños en edad escolar han sufrido casos de pediculosis (como se denomina a la infestación por piojos) al menos una vez. Lo mejor, como siempre, es una buena información.
Para estos animales, nuestras cabezas son frondosas selvas por las que les gusta transitar a gran velocidad (gracias a sus fuertes patas), y también viajar de una a otra: la transmisión de los piojos suele suceder de “pelo a pelo”, por contacto directo entre las cabezas, aunque también puede suceder de otras maneras, al compartir peines, cepillos, sombreros o almohadas.
Bye Piojito
Como hemos explicado en Bye Piojito muchas veces, en realidad los piojos no tienen ninguna preferencia especial por los más pequeños, solo los frecuentan más porque estos conviven con más cercanía en los colegios y guarderías, y porque en más ocasiones comparten utensilios de uso personal. El roce también hace el cariño para los pediculus. “La transmisión no está en relación con la edad sino con la proximidad y el contacto estrecho, por eso también hay que buscar casos en el ambiente familiar de una persona parasitada independientemente de su edad”, dice la pediatra.
Afortunadamente, el piojo, parásito que lleva conviviendo desde tiempos inmemoriales con el ser humano (no pueden vivir más de dos días sin uno de nosotros, pues se alimentan de nuestra sangre), no transmite enfermedades, solo un molesto picor, que muchas veces delata su presencia en la cabeza de los niños que se rascan demasiado (tampoco nos volvamos paranoicos: se pueden rascar sin que haya piojos).
Reinfestación
«Uno de los mayores problemas es la reinfestación», según explica Josep Manel Casanova, profesor titular de Dermatología de la Universidad de Lleida, «ocurre cuando se da una nueva parasitación tras haber recibido el tratamiento». Los piojos pueden haber sido eliminados, pero mantener sus huevos cubiertos de queratina, las liendres, amarrados fuertemente a los cabellos gracias a un pegamento no soluble en agua (de ahí que el mero lavado no sirva), que den lugar a nuevos piojos en un corto espacio de tiempo (alrededor de una semana). Y vuelta a empezar.
Otros problemas que se pueden dar son el mal diagnóstico, la aplicación incorrecta del tratamiento, «o que los parásitos se hayan vuelto resistentes al tratamiento químico», según explica el dermatólogo. Una investigación desarrollada el año pasado en la Universidad de Illinois encontró que gran parte de los piojos estudiados habían desarrollado mutaciones con un alto nivel de resistencia a insecticidas como los piretroides.
Otra información útil del reportaje, que a menudo comentamos en Bye Piojito con nuestros clientes, es que cuando se encuentra una persona con piojos hay que buscarlos también en los sujetos con quien haya tenido contacto, limpiar los utensilios que haya utilizado y aspirar telas o tapicerías del hogar.
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